domingo, 22 de enero de 2012



N/A:Ya, porque mi papá hinchó muchísimo, aclaro que este cuento es una ironía

Cuando Jesús vagó en la tierra, no predicó a tantos. A pocos, diría yo. Cuando salía a los caminos, se encontraba muy preocupado de llegar a su destino, por lo que sólo atendía un par de personas,  sintiéndose muy contento con su trabajo, lo suficiente para toda la semana. Visitaba la sinagoga de vez en cuando, pues los demás días debía salir con María y sus hermanos a disfrutar una tarde, y luego, cuando escogió sus discípulos, necesitaba recrearse con sus amigos, por lo que retrasaba la labor por la que Dios lo envió a la tierra, argumentando además de que su trabajo de carpintero requería de la mayor parte de su día. Cuando los leprosos le clamaron, se sintió asqueado por su enfermedad, y los ignoró, así también con el paralítico, a quien sólo le tendió un par de monedas como limosna y lo olvidó. Cuando toda la multitud se encontraba hambrienta y un muchacho ofreció 5 panes y 2 peces, lo rechazó, puesto que, era simplemente imposible alimentar a toda la multitud de cinco mil personas (y sin contar mujeres y niños, imagínense)  con esa cantidad, sin un gran plan trazado y dispuesto para ese momento, un fondo reunido de trabajos anteriores o una cuota dispuesta entre sus discípulos, o incluso, sin ayuda del gobierno, dejando de lado la fe, y envió a toda la gente de vuelta a su hogar en ese preciso instante. El tiempo que tenía lo empleaba para él, si total, la vida era suya, y no tenía porqué dársela a Dios, y menos aún  amar a los demás que luego lo condenarían y crucificarían, otorgarles sus horas y descanso para hablarles del amor de su Padre. Cuando se enfrentó con el endemoniado gadareno dijo ser incapaz de liberarlo, y se alejó asustado, aún a sabiendas de que Dios le había entregado una gran autoridad por medio de su Espíritu Santo. Prefirió dormir en vez de orar en la mañana y vivir la transfiguración junto a Elías y Moisés y luego, a regañadientes  aceptó la crucifixión, por miedo de que si no lo cumplía, Dios podía enojarse. Se quejó todo el trayecto hacia el calvario, preguntándole al Señor porqué tenía que enviarlo a él a cumplir aquella misión y no a otros, si tanto trabajo había realizado ya. Al llegar a la cruz no estuvo dispuesto a otorgar su vida para salvación de la humanidad, y utilizando su poder de Mesías, escapo del lugar, perdiéndose para no ser hallado otra vez. Por esto es que es tan fácil ser imitadores de Cristo, y todos nosotros nos sentimos tan cómodos en la forma en que vivimos. Porque Jesús, así lo hizo, ¿o no?