sábado, 21 de abril de 2012

Supongo que pasará un par de veces. Es fácil cuando usas nombres ficticios, cuando cómodamente te sientas (o recuestas) en tu cama y mandas a una emisaria a vivir. No eres tú, es otra que toma tu rostro y tus manos prestadas. Eres tú, que te vuelves dos, que pierdes tu identidad pero tienes todo bajo control. Es el nombre de ella el que escuchas susurrar en tu mente, las sonrisas de sus labios, la alegría y sufrimiento (porque hay que ser realistas) inducidos… te esmeras en darle una oportunidad feliz, una historia divertida y secreta (porque esas cosas no se le cuentan a los demás… se reirían de ti). Y así sobrevives. Así sigues bien. Nada es real, no decides realmente ni echas todo a perder. Si las cosas no resultan simplemente pides perdón (o haces que te lo pidan) y siempre existirá. Y cuando las cosas se vuelven complicadas, cuando ella se gira para enfrentarse a tus ojos y te pregunta en qué momento será real para ti, cortas todo y te vas, pensando en otra cosa (supuestamente, porque pocas veces lo logras). Es fácil imaginar su nombre. No es el tuyo. No es personal. No eres tú, es ella. Es otra. Es extraño. Es raro ver mi nombre. Es raro escuchar mi nombre. Es extraño tener recuerdos que no me inventé. Es raro que digas mi nombre. Es extraño todo esto. Muy extravagante. Pero creo que ya era tiempo, ¿no? Si Si ya lo es Me atrevo :) (aunque aún castañean los dientes...)

jueves, 12 de abril de 2012

De esas veces que estás triste, que quieres se de cuenta alguien, que te das cuenta que facebook es muy público para escribir algo, que eres muy reservado para contárselo a todos, que te quedas mirando un punto inexistente un buen rato... que al final, lo escribes en tu blog (Y)

viernes, 6 de abril de 2012

Anormales

Mi profesor lanzó la pregunta y ésta quedó flotando, un momento, por el aire, dando un par de giros cerca del techo, sin encontrar siquiera una mano alzada con la respuesta para aterrizar, pues nosotras conocíamos la tendencia del docente-amigo nuestro a utilizar palabras prolijamente escogidas (o más bien rebuscadas),costumbre que contrastaba con su juventud, por lo que no respondíamos si no era con la copia de dichas palabras, las cuales, no venían a nosotras. Al oír el silencio nos comenzó a orientar y, de a poco y en conjunto, logramos contestar a su interrogante: ¿Qué es lo normal?... es un modo de percepción instaurado por alguien de poder. Recuerdo que no logré obtener mi anhelada calificación perfecta en esa prueba, pero, por lo menos, me dio inspiración para escribir un rato. O sinceramente dicho, un buen rato, pues el tema se introdujo en mi mente, ocupando parte importante de mis razonamientos. ¿Qué es lo normal? o más bien ¿quién diablos decide lo normal? ¿qué gran privilegiado puede exclamar a viva voz y en los periódicos "la normalidad es ésta, seguidla todos o seréis discriminados por la sociedad?... recuerdo a mi madre decirme constantemente "compórtate como la gente", lo que simbolizaba que mi comportamiento no era adecuado. Pero... ¿qué es un "gente"? ¿se come, se adula, se escupe? cierro los ojos y veo al gente de pie frente a mí: buena postura, buena ropa, buen peinado, buenos dientes. Me saluda como la gente y me enseña lo normal, lo cual consiste en caminar con los hombros hacia atrás (para prevenir la escoliosis), comer balanceadamente  (para prevenir la obesidad), actuar reservadamente, sin risas espontáneas que excedieran al volumen de antemano decidido por la gente y sin muchos movimientos corporales para acompañar ni brillo en los ojos (para prevenir las habladurías) y mezclarte en una masa de gente, aunque no opines como ellos (para prevenir la soledad). Lo rebato, le grito, me enfado y lo admiro, pero su sonrisa hipócrita me vence. Decido firmar mi rendición hasta que llega otro personaje con ropa distinta y una mujer esclavizada a su lado. Su normalidad es otra y entre ellos se arrojan piedras para ser el ganador. Abro los ojos para que no me golpeen con una, y la interrogante acerca de la gente continúa en mí. Siento que aún me encuentro en la sala de clases con la pregunta flotando en el techo y mi cabeza colapsada. Lo normal es un modo de percepción instaurado por alguien de poder. Al parecer un personaje de poder es un gente. Yo le grité al gente. El gente es normal. No soy gente. Yo soy una anormal. Creo que me quedaré con eso, riendo sola (si es necesario) por el pasillo, porque un suceso pequeño me pareció gracioso, leyendo mucho en la era de adaptaciones al cine, usando gorro de lana y polera al mismo tiempo si me parece bien, creyendo en Dios en el apogeo del ateo. Pero... ¿y qué? soy feliz. Y con eso, puedo escupirle a la cara al gente para hacerlo callar con indiferencia y una sonrisa.